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Hace un tiempo estábamos descansando en la taberna de una lejana isla del caribe. Allí un grupo animado de marineros bebían copiosamente derramando el líquido de sus jarras. Yo, como su capitán, me dedicaba a vigilarles las espaldas para que no sufrieran daño alguno en su estado.

—Por vuestros ropajes advierto que sois el capitán de la nave que acaba de atracar en el humilde muelle de la isla —dijo un lugareño acercándose a mí—. Creo que tengo algo que os puede interesar.

— ¿De qué se trata? —le inquirí.

Él me contó una historia en la que un famoso pirata, huyendo de los corsarios que le perseguían, se escondió en aquella isla para no ser descubierto. La mala suerte se apoderó de él y cayó en las manos de sus enemigos. Su tripulación, para pagar los costes de volver a la mar, querían vender un supuesto mapa del tesoro. Pero nadie en toda la isla les creía. Aquel lugareño que me narraba la historia afirmó que únicamente él lo hizo, cambiando unas pocas monedas de oro por el trozo de papel.

—Necesito un navío en el que ir a buscar ese tesoro —me rogó mirándome fijamente a los ojos—. Si lo que este papel contiene es cierto, tienes una gran oportunidad de que comparta mis ganancias contigo.

Lo que ocurrió después me alegra cada vez que lo recuerdo. Una vez que mis marineros se recuperaron de su resaca, seguimos las instrucciones contenidas en el mapa. Tuvimos que pasar por tres tormentas, la poca fe de mi tripulación, una isla desierta y una peligrosa selva. Pero al fin, llegamos a una fría caverna en la que decenas de cofres permanecían esperando a ser descubiertos. Cuando los abrimos y el brillo dorado inundó las paredes de roca supe que había hecho bien en coger aquella oportunidad a pesar de que podía no ser del todo cierta.

El diccionario define oportunidad como el momento propicio para algo, muchos otros piensan en ella como un tren que para en una estación y si no lo coges puede ya no volver a pasar para ti.

Personalmente opino que el mundo está lleno de oportunidades, pero son sólo unos pocos aquellos que saben verlas y considerarlas. No todo el mundo es capaz de coger las oportunidades, pues si no pueden identificarla, o no están preparados para ello, sólo será una circunstancia de la vida más que pasará inadvertida.

Un ejemplo claro de ello es ir por la calle ofreciendo cinco euros para gastar en una aplicación y que no todos se paren a escuchar, pues no siempre te regalan cinco euros en la calle para que los gastes en un plan que tu elijas. Otro es el ofrecer publicidad gratuita en un espacio web y que la persona se niegue alegando que está bien, sin saber qué beneficios le puede producir ésta oportunidad. Eso mismo puede ser la diferencia entre quien encuentra un billete tirado en el suelo o aquel que pasa de largo sin verlo, los dos han tenido la misma probabilidad de disfrutar la oportunidad que la vida les proponía, pero uno no ha podido tomarla.

Tengo la firme creencia de que aquellos que han alcanzado el éxito en sus vidas, personal o profesionalmente, aparte del duro trabajo que han tenido que realizar a lo largo de su trayectoria, en buena medida, se traduce por su habilidad de reconocer y tomar buenas oportunidades, con sus consiguientes buenas decisiones.

Con esta reflexión pretendo que te pares un segundo y pienses en las oportunidades que te rodean, aquellas que puedes tomar para llegar a un lugar mejor y aquellas que dejaste escapar. No para que te maldigas por haberlo hecho, sino para que aprendas de ello y así la puedas identificar la próxima vez. Algunos trenes pasan pocas veces en la vida. Espero que aciertes a la hora de montarte en cada uno de ellos.

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